La historia empieza en Sumer by Samuel Noah Kramer

La historia empieza en Sumer by Samuel Noah Kramer

autor:Samuel Noah Kramer [Kramer, Samuel Noah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1955-12-31T16:00:00+00:00


Yo soy un hombre, un hombre ilustrado,

y, no obstante, el que me respeta no prospera.

Mi palabra verídica ha sido transformada en mentira.

El hombre engañoso me ha cubierto con el Viento del Sur.

y estoy obligado a servirle.

Aquel que no me respeta me ha humillado ante Ti.

Tú me has infligido sufrimientos siempre nuevos.

He entrado en la casa, y pesado está mi espíritu.

Yo, el hombre, he salido a la calle,

con el corazón oprimido.

Contra mí, el valiente, mi leal pastor ha montado en cólera,

y me han considerado con enemistad;

Mi pastor ha ido en busca de las fuerzas del mal

contra mí, que no soy su enemigo.

Mi compañero no me dice ni una palabra de verdad,

Mi amigo da un mentís a mi palabra verídica.

El hombre engañoso ha conspirado contra mí,

Y Tú, Dios mío, Tú no lo contrarías…

Yo, el sabio, ¿por qué me hallo ligado a jóvenes ignorantes?

Yo, el ilustrado, ¿por qué soy tenido entre la legión de los ignorantes?

El alimento está en todas partes,

y, no obstante, mi alimento es el hambre.

El día cuyas partes han sido atribuidas a todos,

ha reservado para mí la del sufrimiento.

La súplica que el paciente dirige a su dios da fin a esta tercera parte del poema:

Dios mío, yo permaneceré ante Ti Y Te diré…, mi palabra es un gemido, Te hablaré de esto, y me lamentaré de la amargura de mi camino, Deploraré la confusión de… ¡Ah! No permitas que la madre que me dio a luz

interrumpa su lamentación por mí ante Ti. ¡No permitas que mi hermana emita un alegre cántico, Que explique, llorando, mis desdichas ante Ti, Que mi esposa exprese con dolor mis sufrimientos! ¡Que el sochantre deplore su amargo destino!

Dios mío, el día brilla luminoso sobre la tierra;

para mí el día es negro.

El día brillante, el día bueno tiene… como el… Las lágrimas, la tristeza, la angustia y la desesperación

se han alojado en el fondo de mí. Se me engulle el sufrimiento

como un ser escogido únicamente para las lágrimas, La mala suerte me tiene en sus manos, se lleva el aliento de mi vida. La fiebre maligna baña mi cuerpo… Dios mío, oh, Tú, padre que me has engendrado,

levanta mi rostro.

Como una vaca inocente, en compasión… el gemido, ¿Cuánto tiempo me abandonarás,

me dejarás sin protección?

Igual que un buey…

¿Cuánto tiempo me dejarás sin gobierno?

Dicen, los sabios valientes, que la palabra virtuosa es sin ambages;

«Jamás niño sin pecado salió de mujer,

Jamás existió un adolescente inocente

desde los más remotos tiempos».



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